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Martenitsas: un deseo positivo cada 1 de marzo


Existe una tradición búlgara que dota de más de 1.300 años y que se aferra a la muñeca cuando asoman los primeros resquicios de marzo. Se trata de la martenitsa, una alegre pulsera de los colores blanco Y rojo que cada año para esta fecha los búlgaros obsequian a sus amigos y seres queridos como forma de dar la bienvenida a la primavera y también de un modo que representa la celebración del amor.


Esta muestra representa el deseo de amor, felicidad, salud y riqueza a la persona que lo recibe y lo más común es llevarla hasta que su portador ve una cigüeña, una golondrina o un árbol floreciendo, o en último caso, hasta que termina el mes de marzo. Es en este momento cuando la pulsera se ata a la rama de un árbol en flor para recibir a la tan estimada primavera.


El color rojo del brazalete representa salud y amor, vitalidad, valentía y alberga el poder del sol; y el blanco por su parte representa la paz, la belleza, la pureza, inocencia y alegría. La unión de ambas tonalidades son símbolo a su vez del equilibrio y armonía entre hombres y mujeres. Estas pulseras, además estar hechas a mano con un hilo más fino o grueso dependiendo del artesano, las diseñan en todo tipo de formas y tamaños, por tanto, es recomendable elegir la adecuada para cada muñeca.


Esta práctica se remonta al periodo de Baba Marta (Баба Марта en búlgaro), donde Baba significa abuela y Marta es como se denomina al mes de marzo. Los búlgaros ofrecen este ritual a la Baba Marta en agradecimiento por el tránsito del frío invierno a la esperada y cálida primavera.


Una singularidad que nos permite observar el alcance de este ritual, es que el propio logo de Google se dibuja con el hilo de la martenitsa, otorga un papel de importancia a una nación cuyas tradiciones aún son desconocidas para el resto del mundo.


¿Cómo fabricar tu propia martenitsa?

El modo más sencillo de elaborar esta pieza artesanal, es cortar dos hilos de lana de unos 30-40 centímetros, uno rojo y otro blanco. Posteriormente, se enlazan el uno con el otro haciendo un nudo que los una. Con la mano izquierda se sujeta el nudo y con la mano derecha se gira uno de los dos hilos sobre sí mismo. Una vez que el tamaño del hilo se haya reducido a la mitad, se suelta y ellos mismos se enrollan solos dando lugar a la martenitsa. Por último, se ata el otro extremo cuidadosamente para se mantenga sujeta.


Una costumbre que levanta la curiosidad de todos los visitantes que se acercan a un país con un pasado marcado por la tragedia y que con ritos como este aportan un toque cálido en un mes donde el gélido invierno deja paso a la espera

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