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Chuao: un rincón mágico en Venezuela



Las calles de Choroní serpentean desde la fría montaña del Parque Henri Pittier, hasta el mar. Es difícil caminar entre las calles sucias, donde se acumulan el bullicio de gente y automóviles. La brisa que llega de la costa huele a lluvia. En la playa decenas de botes pesqueros se apretujan amarrados unos con otros, como en resistencia de las olas furibundas.


Nos proponemos a embarcarnos en uno de esos botes o “peñeros”, como se les conoce en Venezuela, es la única manera de llegar al destino. El clima me obliga a esperar, pero finalmente iniciamos el recorrido de veinticinco minutos que culmina en la playa de Chuao. Se trata de un pequeño pueblo ubicado en el Estado Aragua en Venezuela. No tiene carretera, sus habitantes no han permitido que se construya una.


Una vez en la playa hay que transitar cuatro kilómetros montaña arriba, a través de la vegetación selvática y plantaciones de cacao. Finalmente se abre para mostrar unas pintorescas casas y unas calles de piedra. No existe el caos de vehículos que transitan como en el pueblo vecino. Los pocos automóviles que se ven, en su mayoría motos, y también un autobús, han sido transportados sobre uno o más peñeros.


El pueblo de Chuao es principalmente conocido por el cultivo de cacao. Su producción, de denominación de origen, es única y se ha ganado un importante reconocimiento internacional. Gran parte de los habitantes de esta población se dedican directa o indirectamente a esta empresa. Su aislamiento les ha permitido conseguir la felicidad en una vida sencilla, apartada del caos. Aunque no se han librado de la escasez alimenticia que afecta al país, Casi todas las familias tienen un conuco donde plantan productos como café, plátanos y tomates. Además en sus jardines suelen criar gallinas y cerdos que también les sirven como fuente de alimentos.


Foto por Daniela Morales

El difícil acceso a esta población también les ha permitido mantenerse al margen de la inseguridad que afecta a toda la región. Todavía en las calles de Chuao los niños juegan en la calle, y las personas dejan las puertas abiertas. Podría decirse que son como una gran familia que se apoya entre sí. Son comunes las celebraciones a las que asiste la mayoría de la población, en ellas todos comparten lo que tienen.


Todavía quedan lugares escondidos en el mundo. No son desconocidos, pero no se encuentran en el radar de atención mundial. Sitios que, como Chuao, han logrado conservar la sencillez de los pueblos de antaño, un encanto que parecía extinto. Deben ser conservados y preservados. La experiencia de pasar unos días entre sus habitantes me da un gran ejemplo de vida, de simpleza y de alegría.


Si quieres saber más sobre Chuao, te puede interesar el artículo de Paul Lewis publicado en “The Guardian”, publicado en su página web, en el 2007.


Ver más fotos de Chuao.


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