Marius Oprea rumano, arqueólogo de formación, nacido en 1964, no es muy conocido fuera de su país. Ha cobrado fama dentro de Rumanía por investigar los crímenes del comunismo, en particular las ejecuciones efectuadas por la Securitate, la policía política rumana.
¿Por qué él es tan importante? Porque, a pesar de haber pasado años de la caída de Ceaușescu en 1989, poco se ha hablado sobre aquella época. El miedo y el silencio aún forman parte de la vida de los rumanos. En consecuencia, no se ha hecho justicia para las víctimas de la Securitate. Muchos de los oficiales de aquella época aún se pasean por las calles, en libertad, sin haber sido juzgados por sus crímenes.
“El silencio impuesto en las cárceles políticas, el silencio a que estaban obligados los supervivientes de las largas detenciones y sus parientes, el silencio de los intelectuales y de todos los que sabían y no hablaban. El silencio que hoy, incluso después de la revolución de 1989, empapa los recuerdos en el país y más aún en el exterior. El silencio que se convirtió y se convierte en tortura. Hoy como ayer” (Guido Barella).
Miles de personas, cuyo único crimen fue oponerse al régimen, desaparecieron en manos de la policía rumana. Oprea ha dedicado su vida a identificarlos, encontrar sus cuerpos y, finalmente, dar a sus familiares una respuesta.
“Pienso que el último pensamiento de estas personas pudo ser: ‘Quién sabe si tendré una cruz sobre mi tumba’. Yo les ofrezco esa cruz” (Marius Oprea).
Oprea sabe que si no revela al mundo la verdad, el mundo olvidará el sufrimiento de aquellos rumanos. La tarea no es fácil. Los registros son escasos y, además, tiene el tiempo en contra. Cada año los culpables y los testigos directos se hacen más ancianos. Muchos de ellos ya han fallecido. Muchas veces las pistas que sigue se basan en rumores o en personas que oyeron a sus padres relatar una historia.
Explica el investigador que la Securitate ejecutaba a los opositores y a los disidentes en los campos, a las afueras de sus poblaciones, y los enterraban ahí mismo. Agrega que las personas podrían no percatarse cuando salen a hacer un picnic, que lo están haciendo sobre una tumba.
“Para los chicos supone siempre un schock: no saben nada de lo que sucedió en su país (…) nadie en Rumanía conoce de verdad su propia historia” (Oprea)
La particular vocación de Marius Oprea le ha hecho cultivar enemigos, personas interesadas en mantener la verdad oculta, en que el silencio siga reinando en la historia del comunismo. Las amenazas han sido directas, por lo cual se vio obligado a separarse de su familia, su mujer y su hijo, quienes ahora viven en Alemania.
“El sistema en Rumanía, como en otros países excomunistas, se conserva solo gracias a la continuidad, porque quien gobierna hoy es hijo o nieto de quien gobernaba ayer” (Oprea).
Esto no detiene a Oprea y a su equipo, de los campos del país han recuperado cientos de víctimas. El periodista italiano, Guido Barella, ha conseguido narrar la desgarradora historia de Marius Oprea en un libro titulado “La Tortura del Silencio”. Es un relato que no tiene desperdicio. Es una historia que debe ser difundida, conocida y por siempre recordada. Es una misión que se debe apoyar de la manera que nos sea posible. Este es el aporte de Barella.
“Si volvieces atrás, Marius, ¿harías lo mismo que has hecho? Él inclina un poco la cabeza a un lado y te mira con esa mirada penetrante que te atraviesa.
‘¿Por qué no?’” (Barella)