Barcelona:
Desde el impacto visual que provocan estos verdaderos edificios humanos, hasta la fuerza inextinguible de su tradición, descubrimos por qué los castellers se mantienen estoicos como uno de los principales emblemas y promotores de la cultura catalana.
Más de doscientos años de historia, hasta quince metros de altura y decenas de castellers perfectamente posicionados son algunas de las características de las impresionantes torres humanas con que Catalunya celebra sus costumbres más locales y se presenta al mundo. Una práctica centenaria que habla de unión, de trabajo en equipo y sobre todo del respeto por las tradiciones. Tanto así, que en noviembre de 2010 los castellers fueron declarados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
Su origen se atribuye comúnmente a un baile típico valenciano, aunque existen teorías que lo asocian a antiguas ceremonias religiosas, y otras a los ciclos de las cosechas y ritos agrícolas. El debate persiste, pero lo incuestionable es que los castells (castillos, en castellano), lejos de perder vigencia con el paso del tiempo, han sumado fuerza y popularidad, lo que se ha potenciado por el creciente interés de las nuevas generaciones y de la numerosa población extranjera de Cataluña.
Hermandad y competencia
Villafranca del Penedés es un pueblo a 60 kms. al sur de Barcelona, conocido no solo por sus vinos y bodegas, sino también por sus característicos castellers. Aquí se reúnen distintas collas Castelleras, entre las más importantes, y entre las que por cierto hay bastante rivalidad, están los Castellers de Villafranca, Xicots de Villafranca y Colla Jova de Villafranca.
San Félix, el patrono del pueblo, es de las festividades más importantes de Villafranca, donde se despliega el máximo esplendor de su tradición castellera. La fiesta dura dos días, la vigilia del 29 de agosto y luego el 30 de agosto que es el día oficial del santo. “En ambas fechas se realizan shows con bailes típicos en las calles principales del pueblos, que terminan en la plaza de la Villa. Es ahí donde se dan cita los castillos más grandes y majestuosos del pueblo. Solo el día 30 se invita a participar a otros pueblos”, describe Aida de la Rosa, casteller en la posición crossa (muleta) del Castell de Villafranca.
Acá, como en todas las collas que reúne Catalunya, la cultura castellera no tiene edad ni género, se trata de una actividad que incluye a todos quienes tengan espíritu para participar. Desde que uno entra en su entrenamiento se respira un aire de familiaridad en donde todos se conocen y son amigos. Sobre su lema “fuerza, equilibrio, valor y juicio”, en cada práctica y presentación oficial, los castellers construyen lazos de hermandad, con los que también tejen y refuerza sus tradiciones.
Al cuidado de los castillos
Como el riesgo también está presente en los castellers, y con el fin de resguardar su seguridad, los mismos participantes de las collas decidieron crear la Coordinadora de Collas de Castellers de Cataluña (CCCC). Esta organización se originó en 1989 con diferentes objetivos, entre los que destacan fomentar la práctica y establecer pólizas adecuadas para la seguridad y prevención de accidentes. Está conformada por 60 collas repartidas por distintas zonas de Cataluña.
Desde la organización son conscientes del valor que tienen los castellers para el país, por lo que trabajan de manera rigurosa y responsable para seguir adelante con esta tradición. Son varios los puntos que tienen en cuenta para controlar la actividad: son metódicos en las prácticas, garantizando así la seguridad de las personas involucradas; incluyen objetos o formas que les hagan mejorar la actividad, preservando los valores que representan; no permiten que sean profesionales, sino que quede en una competencia amateur; y no permiten que se haga un negocio de la práctica, para que no se pueda lucrar con ellos.
Así, en una interesante nomenclatura que reúne pasado y presente, adultos y niños, hermandad y competencia, los castillos humanos de Cataluña son ejemplo de una ferviente expresión cultural, que ante todo, es inclusiva y no discrimina. Unión catalana que derriba fronteras y crea lazos, literalmente, mano a mano.
El Castell de tothom
En una iniciativa conjunta de la organización Òmnium Cultural, la colla castellera Laietans de Gramenet y la revista Fòrum Grama, todos del municipio de Barcelona Santa Coloma de Gramenet, el proyecto El Castillo de todos (en castellano) pretende convertir esta típica tradición catalana en una medio de unión cultural, convocando a extranjeros a participar.
“En Santa Coloma tenemos más de 90 nacionalidades, y la idea es hacer de los castellers construcciones humanas que además creen lazos entre los diferentes países, porque finalmente Cataluña lo componemos todos quienes vivimos aquí, independiente del origen”, explica Belén Alonso, socia de Omnium Cultural y principal promotora del proyecto. Y agrega: “la idea es invitar a participar a otras naciones, para que aprenden de los castellers, y a la vez, nosotros aprender de sus tradiciones. El objetivo es crear una simbiosis cultural”. Para la diada de la primavera de Sant Jordi en abril pasado participaron 16 nacionales, y se espera que durante las próximas fechas el número aumente.