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Tragicomedia nocturna en Barcelona

Beer!, cerveza!, beer!, es el credo que retumba sin cesar en las nocturnas calles del centro de Barcelona. Donde los inmigrantes venden de manera ambulante, miles de cervezas (y otras cosas) que son consumidas por los sedientos gaznates de los transeúntes que escuchan la repetitiva melodía. Sin lugar a duda, el distrito de Ciutat Vella es el que más vendedores tiene por metro cuadrado. Donde a la vez te puedes encontrar con diferentes tipos de productos. Por ejemplo, en la parte de la Barceloneta abundan las ventas de mojitos con servicio a la arena de la misma playa. El precio de la bebida puede fluctuar bastante dependiendo del tipo de persona que seas. En el caso de ser un turista que ignora los precios de Barcelona, la broma te puede salir cinco veces más cara del precio real. Sin embargo, si te adentras en el Raval, los mismos vendedores se convierten en chicos malos que ofrecen cocaína, marihuana, éxtasis, al igual que venden samosas y cervezas.

Estos servicios están dominados principalmente por hombres que provienen de Asia y África. Mientras que la mujeres, sobretodo nigerianas y de países de Europa del este, se ocupan de ofrecer sexo, al mismo tiempo que cometen pequeños hurtos con la llegada del crepúsculo. Alguna vez tuve la mala suerte de ser víctima de estos robos que se desarrollan con una agilidad digna de mencionar. Y es que la planificación es tan buena que todo se lleva a cabo de forma natural y efectiva. Por lo general, algunas prostitutas te vienen a ofrecer sexo con la intención de manosear tus zonas más íntimas, ocasión que les sirve para mangar cualquier cosa de tus bolsillos. Las denuncias por hurto en Barcelona, son incontables. Solo basta con ir a una comisaría a poner una denuncia, y que te den más de medio año para acudir al juicio.

Lo ilegal florece en Barna, como nunca antes. Y es que el turismo “Low Cost”, tiene parte de culpa en todo esto. Si algo existe, es porque alguien lo fomenta. Sólo hace falta ver a los miles de jóvenes (mayoritariamente del norte de Europa) que merodean por centro de la ciudad consumiendo alcohol, drogas duras y sexo. A medida que cae la noche, los vendedores se van posicionando en las esquinas que van a parar a los cruces de calles, o en las mismas puertas del metro, para que cuando te incorpores a la calle, ya tengas tu dosis. Poco a poco las bicicletas con cerveza fresca irán arribando en los puntos donde se encuentran las tapas de alcantarilla. Sí, porque el subsuelo es la mejor forma de mantener una cerveza bien fría, y más cuando la temperatura exterior ronda los treinta grados. El negocio debe continuar toda la noche, por eso también tienes a los hombres “socorristas”, los cuales acuden a ti con agua y bocadillos, así podrás aguantar el momento álgido de la borrachera. Casi al mismo tiempo las prostitutas se irán posicionando a lo largo de la Rambla, el mejor escaparate que existe. Eso les permitirá hacer incursiones en las calles transversales de la misma, o también huir hacia los zulos del Raval. Mientras todo esto sucede, los turistas ya estarán atiborrados de alcohol, por lo tanto serán un blanco fácil para caer en las prohibidas tentaciones.

Esta combinación de personajes, forman parte de la nocturna jungla de la ciudad de Gaudí. Donde la tragicomedia de las calles se convierte en el mejor espectáculo que se pueda ofrecer frente al Gran Teatre del Liceo.

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