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Un techo colorido

Existen unas cuantas ciudades alrededor del mundo que cuentan con lugares públicos como parques, pasajes y locales comerciales que tienen un techo un tanto peculiar, pues no es de cemento ni de madera, está formado por paraguas de colores que hacen de cada lugar uno más ameno y agradable para disfrutar en compañía.


Bucarest, hoy en día, es una de esas coloridas ciudades europeas en las que el tono grisáceo que predominó durante muchos años a causa del comunismo, ha desaparecido casi por completo, gracias a lugares como estos. A un costado de La pizzería italiana Colosseum, se encuentra un pasadizo que hace que el espectador camine con la cabeza mirando al cielo, a ese cielo colorido que creó el hombre con cientos de paraguas que incluyen muchas de las tonalidades del Pantone.



Esta tradición tuvo sus orígenes en Portugal, específicamente en la ciudad de Agueda, en donde calles y callejones se pintan de colores y las vistas en lugar de ser azules por el cielo, el cielo adquiere pincelazos de muchos tonos que colorean los días de quienes las recorren.


Esta decoración citadina, se aplica cada vez en más ciudades europeas, y surgió porque los veranos en el viejo continente suelen ser muy calientes y a veces resulta insoportable caminar bajo el intenso sol.




Otras ciudades en donde también se puede pasear bajo paraguas de colores son Buenos Aires en Argentina, Getafe y Alicante en España, y Fuzhou en China.

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