Las aguas del mar Báltico destacan por ser las más salobres del mundo. En estas condiciones poco aptas para la vida marina, son casi más los barcos que surcan sobre su superficie que la fauna que habita en sus profundidades. Un crucero por el Báltico es una de las opciones más demandadas para disfrutar de unas gélidas en invierno y agradables en verano, vacaciones. Es considerado el mar más joven del mundo y baña las costas de Dinamarca, Suecia, Finlandia, Alemania, Polonia, Estonia, Letonia, Lituania y la Rusia europea. No obstante, de todos estos países nos centraremos en una de las gemas del Báltico, del cual poco se habla pero mucho tiene que decir: Estonia.
Anclado en la frontera entre Centro y Norte Europa y a menos de 100 kilómetros de Helsinki, capital de Finlandia, Estonia es una parada obligada para aquellos amantes de la historia que quieren descubrir un país cuya capital, Tallinn, parece no haber avanzado en el tiempo. Especialmente si nos adentramos en su casco histórico o Vanalinn, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO y uno de los reductos medievales mejor conservados de Europa. La mejor alternativa para llegar es por mar, cada media hora zarpan barcos del puerto de Helsinki y el precio ida y vuelta ronda apenas los 20 euros.
La ciudad antigua (obviando la zona moderna construida posteriormente en la parte exterior de la muralla) se conserva casi intacta desde su fundación en el siglo XIV, y se mantiene la división de aquel entonces entre ciudad alta, donde vivían los nobles y clérigos, llamada Toompea, y la ciudad baja donde vivían los campesinos, artesanos y jornaleros. Aún se conservan en pie las murallas, torres y puertas que dan acceso al punto álgido de la visita. La puerta Viru Väravad conecta ambas partes de la ciudad vieja y tiene su acceso por el este; por su parte, la puerta Rannuvärav con su imponente torre Gorda Margarita da entrada por el norte y es la más cercana si nos aproximamos desde el puerto.
Estonia tiene un pasado muy particular y sus gentes, aún resentidas por ello, arrastran esas secuelas hasta el día de hoy. Debemos indagar en su historia para comprender su carácter frío y solitario. Sus primeros pobladores procedían de Finlandia quienes fortificaron la ciudad para defenderse de los enemigos. Más tarde, daneses y germanos se hicieron con los dominios debido a su posición estratégica entre Escandinavia y Rusia, en diversas batallas se repartieron el territorio quedando siempre bajo el dominio de unos y de otros. Después, Estonia pasó a manos de Suecia, quienes estaban enfrentados con los rusos, hasta que estos finalmente tomaron la ciudad de Tallinn. Durante la Segunda Guerra Mundial , bajo el dominio de la Unión Soviética, el puerto de Tallinn se convirtió en el más importante del norte. Finalmente, tras la caída del muro de Berlín en 1991, Estonia pudo declarar su independencia como república y desde 2004 es miembro de la Unión Europea.
Como consecuencia de ser uno de los países más recientes y debido a que todas las luchas entre sus vecinos se sucedían dentro de sus fronteras, los estonios aún arrastran los estragos de tanta dominación y aún se muestran evasivos hacia el extranjero. Sin embargo, muestran su bandera con gran orgullo patrio. Además, son los inventores de Skype, anécdota que no tardan en sacar a la luz y asegurarse de que no te vas a olvidar de contarla.
A estas luchas políticas, se deben añadir las religiosas. Como resultado de la convivencia y posterior segregación de tantas religiones que se sucedieron, Estonia ha devenido en el país más ateo del mundo. Las iglesias se han transformado en museos. La iglesia de San Olav, es una de las más bellas de la ciudad , desde su torre se obtienen unas vistas inmejorables, en su día se dice que llegó a ser el edificio más alto de Europa y los navegantes, atraídos por su belleza, decidían atracar y vender sus mercancías en la ciudad.
La mayor reliquia, no obstante, es la Catedral de Alexander Nevsky, construida en honor a este patrón ruso cuando el país estaba bajo el mandato del imperio ruso zarista. Es el templo ortodoxo principal de la ciudad y pese a que se encuentra en constante restauración, merece la pena echar la vista al cielo para contemplar sus espectaculares cúpulas de cebolla.
Raekoja Plats o plaza del ayuntamiento, es el centro comercial de más actividad de la ciudad, la bella arquitectura de sus casitas de colores con tejado en pico encandila al visitante , si hay suerte, coincidirás con el mercado regular que se establece en sus inmediaciones. En él, lo que más se vende son ropas para enfrentar el crudo invierno báltico. En esta plaza de grandes dimensiones destaca el ayuntamiento de estilo gótico , una de las farmacias más antiguas del mundo, fundada en 1422, la Raeapteegi hoone, en cuyo interior se recogen tarros y brevajes de cientos de años de antigüedad; una plaza que recuerda a otras de aire medieval como Brujas en Bélgica, Lansberg en Alemania o Brasov en Rumanía.
Un sinfín de rincones que me he dejado en el tintero y reservo para que sean descubiertos haciendo lo que más merece Tallinn, perderse por sus callecitas empedradas y vivir una auténtica experiencia de retorno al pasado.