Este pequeño pueblo ubicado en el centro de la Toscana italiana pareciera ser un lugar sacado de algún cuento de niños, en donde los dibujos y las imágenes crean un escenario mágico. San Gimignano es el nombre de este pueblecito medieval que llama la atención por sus formidables murallas, y fue nombrado por la UNESCO como patrimonio de la humanidad en el año 1990.
San Gimignano está ubicado a media hora de Siena. De hecho, desde lo lejos se puede ver este poblado, pues sus torres sobresalen entre el paisaje toscano ya que está ubicado en lo alto de una colina. Se le llama “La gran manzana italiana” porque en la época medieval las familias con poder competían por construir la torre más alta, lo cual significaba importancia y posición económica del linaje. Actualmente se conservan todavía catorce torres de las más de setenta que había, de las cuales, la más alta se llama “Torre Grossa”. Asimismo, esta región era el lugar donde descansaban los peregrinos de su camino desde Canterbury hasta Roma.
Este poblado está prácticamente intacto debido a que la peste de 1348 que hubo en Italia, terminó con la gran mayoría de los habitantes del lugar, y permaneció vacío como pueblo fantasma durante siglos y siglos hasta que al finales del siglo XIX la redescubrieron.
La Puerta de San Giovanni es la que da la bienvenida a todo visitante que busca viajar en el tiempo hasta el siglo XIV y caminar y percibir con sus cinco sentidos la vida del medievo. Perderse por los callejones y mirar las tienditas de todo tipo son maneras formidables de disfrutar el pueblo toscano. También es posible subir a lo alto de la Torre Grossa para ver los paisajes toscanos llenos de plantaciones de uvas y olivos. También se recomienda visitar las dos iglesias más representativas de este lugar: la iglesia de la Colegiata y la de San Agustín, las cuales albergan obras de arte renacentistas. Por último, se deben de probar los helados de la gelatería más tradicional de San Gimignano llamada “Dondoli”.